domingo, 4 de septiembre de 2016

Creatura II

   Siento un cosquilleo en las piernas, que no puedo moverme, que si lo intento me caeré, que mis piernas nunca pudieron moverse y que todo fue un terrible engaño. Es extraño darse cuenta de cuánto de todo lo que siempre hemos tenido ha sido una gran mentira. Y no, no puedo moverme. ¿Cómo podría siquiera pensar en huir?

   Siento vértigo en las manos, que las tengo atadas, que si las muevo desaparecerán como si nunca hubieran sido mías, que me duelen y que no puedo utilizarlas para nada. Es confuso darse cuenta de que lo que siempre hemos creído parte de nosotros simplemente no lo es. Y no, no tengo mis manos. ¿Cómo podría siquiera pensar en ayudarme a mí misma?

   Siento dolor en los ojos, que no me responden las pupilas, que no puedo dirigir la mirada hacia abajo antes de caer, que pierdo la vista entre nubes oscuras y con ella la esperanza de volver a ver. Es aterrador darse cuenta de que estamos perdiendo algo y saber que nunca lo recuperaremos. Y no, no puedo ver. ¿Cómo podría siquiera pensar en observar la caída antes de perecer?

viernes, 2 de septiembre de 2016

Creatura I

[...]

    Y si de verdad todo fuese tan fácil, si el saber cuándo podemos aceptar algo sobre nosotros mismos fuera tan sencillo, no hablaría de esto. Pero no lo es, no es fácil, no llegas a una conclusión profunda sobre ti mismo mientras estás reorganizando el orden en el que están tus libros simplemente porque sí, o mientras estás en una cafetería reflexionando sobre lo mal que abrimos los sobres de azúcar.

[...]

    Ignoro si debería vomitarlo, si debería dejar escapar por la boca todo lo que desea escapar de mí, todo lo que ha estado dentro de mis vísceras durante años, todo lo que ha malvivido entre oscuridad y soledad. No sé si seré capaz de abrirme para que todo este líquido negro salga a borbotones de mí, no sé si podré dejar mi boca abierta hasta que todo pase, si podré mantener la mirada fija o si por el contrario cerraré los ojos para negarlo todo después. ¿Y si no puedo soportarlo? ¿Y si lo que debo dejar escapar es tan grande que no acaba quedando nada de mí? Y si, y si, solo soy capaz de preguntarme qué pasaría.

    Ignoro si debería hacerlo, no quiero saber si esto que permanece en mi mente y me anula la razón es lo único coherente que puedo dar de mí. No sé si estoy dispuesta a aceptar que solo sea una locura más, una triste e impulsiva locura de las mías, una capaz de conseguir que crea que necesito arrancarme esto a sangre fría, esto que se mueve, esto que se retuerce, esto que siento que está vivo y no descansa nunca. ¿Y si no puedo con el dolor? ¿Y si descubro que esto que intento sacarme de dentro no es otra cosa que yo misma?

[...]



miércoles, 15 de junio de 2016

Puertas


     ¿Acaso no existen las puertas? Camino sin otro rumbo más que el cerrar unas para abrir otras. Piso ideas que me suenan, que me asaltan, que me aterran. Y todo es extraño. Pero te juro que no lo sé, que no sé lo que vi, que no puedo recordar cuánto presencié, ni cuando quise dejar de ver y de saber.


   ¿Acaso se perdieron los límites? Avanzo sin mirar atrás para no perderme entre deshechas existencias. Corro hacia el final que se difumina, que se aleja, que me enajena. Y todo es inmenso. Pero te prometo que no lo recuerdo, que no sé lo que oí, que no puedo hacerme a la idea de cuánto percibí, ni cuando quise dejar de oír y de sentir.


     ¿Acaso se borraron las líneas? Me arrastro sobre la oscuridad misma clavando las uñas en mi verdad. Grito y desgarro la cordura que me empuja, me insiste, me mata. Y todo -simplemente- es. Pero únicamente te dejo -en vano- mil palabras en la piel, porque lo único que puedo decirte es que no sé lo que fui, ni lo que soy, ni lo que seré.


 ¿Acaso fueron ellas una cruel pesadilla? 

jueves, 28 de abril de 2016

Para qué

    ¡Y exclamo que para qué! Para qué puede servir esta escondida y oscura manera de existir que yace en mí, esta incomprensible y poderosa manera que tiene mi Ser de ser.

    ¡Y qué descubrir en todo esto! ¡Qué temer, de qué huir! Te digo que no me mires, que no me observes, que no lo hagas porque me verás. Que esta no soy yo. Que todo es una temible confusión que me recorre la mirada.

    ¡Y cómo evitarlo! ¡Cómo ahogar lo esencial, cómo no! Te pido que no me hables, que no me des tus palabras, que no lo intentes porque me oirás. Que solo estoy soportándome en silencio, gritándome siempre desde dentro.

    ¡Y cómo alejarme! ¡Cómo arrancarme la piel, cuándo no! Te  suplico que no me toques, que no acaricies mi piel, que no lo desees porque entonces me sentirás. Que intento huir y no puedo, que todas las espinas se me clavan, que poco a poco me desangran.

    ¡Y para qué! ¡Para qué ser! ¡Para qué mi Ser!

lunes, 21 de marzo de 2016

A tormenta dos





   Y te veo, no sé cómo ni desde dónde, pero te veo. Te sumerges en un mar de mentiras, de engaños, de ilusiones. Te entregas a una corriente hipócrita, maldita, llena de pretensiones. Te hundes en un océano de paradigmas, agitado, lleno de decepciones. Y te veo, y no sé cómo, pero te veo.

   Y te siento, no sé cómo ni por qué, pero te siento. Te siento palidecer ante una cortina de dudas, agitarte ferozmente con el temblor de la verdad, arrancarte la piel a tiras con la única presencia de un significado real.

   Y te busco a todas horas, pero nunca me encuentro. Y permaneces perdido en un todo aleatorio y tormentoso.Y me busco en todo momento, pero nunca te encuentro. Y continúo confusa en este lugar caótico y poderoso.

   Y no sé cómo ni porqué; pero te busco, y permaneces, y continúo.




*Ilustración de Ximo Segarra "Acapu" 
Un planeta llamado Acapu (El blog de Ximo)

jueves, 3 de marzo de 2016

Incoherencia

     En ocasiones pienso. Parece algo común e inevitable, nada más lejos de la realidad. Es este pensar algo totalmente distinto. Uno innecesario para vivir. Uno que se torna -sin embargo- absoluto aliento para el impulsivo ser que no podemos evitar ser.

     En ocasiones siento. Resulta algo excitante y aterrador, nada más cerca de la verdadera naturaleza. Es este sentir algo totalmente instintivo. Uno innecesario para estar. Uno que se muestra -sin embargo- demasiado inmenso como para poseerlo.

     En ocasiones soy. Esto es mucho más que algo, sí. Ni más cerca ni más lejos de nada, porque lo es todo. Es este ser un todo asombrosamente completo. Uno que se torna pero no siempre retorna. Uno que se muestra pero no siempre lo demuestra.

     Y parece, resulta y es -pero no algo ni nada-. Te aseguro que no siempre se torna todo aunque lo sea. Una incoherencia justamente en el límite de la coherencia -porque es y no es-. Una innecesaria para vivir y estar, pero jamás para pensar.


miércoles, 6 de enero de 2016

Escupir

    El cielo está oscuro, lo sé. No lo veo, no, no es de ese tipo de oscuridad. El cielo está oscuro aunque sea de día, aunque el sol parezca abrazarnos con luz y calidez. El cielo está sucio. Y te aseguro que me tapo los ojos, que lo niego, que le resto importancia. Pero por qué si estoy segura de que el cielo ciertamente no es el cielo.

    ¿Y no encuentras el aire denso? ¿No te pesa el respirar? ¿No te asquea? Y puedo dejar de hacerlo, puedo dejar de pensarlo, de meditarlo. Puedo taparme la nariz y olvidarlo. Pero por qué si estoy segura de que esto no es normal, de que no soy yo, de que el aire ciertamente no es aire.

     ¿Y no te duelen las palabras? ¿No te espantan los sonidos? ¿No te aterra el ruido? Por qué negar y olvidar y rechazar lo que siento, huelo u oigo. Te aseguro que a pesar de todo sé que no puedo ser yo, que no son mis oídos esta vez, que el sonido ya no es únicamente sonido.

     También saboreo. Saboreo el momento, los días, los nombres. Saboreo esta inquietud que tiene la vida por nombrar e inventar significados. Saboreo lo que me dan para saborear. Y no me gusta. Y no me basta. Y no es todo, no, no puede serlo. Es más, me niego a que lo sea. Saboreo lo mismo que tú, y te digo -te repito con la mirada- que me sabe a poco. Y escupo porque saboreo, porque no lo medito, porque si lo meditase quizá no lo haría (porque el meditar a veces es negarse a sí mismo). Escupo porque es lo que necesito.

     Presta atención, y es que simplemente escupo porque es lo que me viene y sobreviene al intentar sentir. Porque es lo que me llega al decidir que -de esto- no pienso huir.