miércoles, 15 de junio de 2016

Puertas


     ¿Acaso no existen las puertas? Camino sin otro rumbo más que el cerrar unas para abrir otras. Piso ideas que me suenan, que me asaltan, que me aterran. Y todo es extraño. Pero te juro que no lo sé, que no sé lo que vi, que no puedo recordar cuánto presencié, ni cuando quise dejar de ver y de saber.


   ¿Acaso se perdieron los límites? Avanzo sin mirar atrás para no perderme entre deshechas existencias. Corro hacia el final que se difumina, que se aleja, que me enajena. Y todo es inmenso. Pero te prometo que no lo recuerdo, que no sé lo que oí, que no puedo hacerme a la idea de cuánto percibí, ni cuando quise dejar de oír y de sentir.


     ¿Acaso se borraron las líneas? Me arrastro sobre la oscuridad misma clavando las uñas en mi verdad. Grito y desgarro la cordura que me empuja, me insiste, me mata. Y todo -simplemente- es. Pero únicamente te dejo -en vano- mil palabras en la piel, porque lo único que puedo decirte es que no sé lo que fui, ni lo que soy, ni lo que seré.


 ¿Acaso fueron ellas una cruel pesadilla? 

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