sábado, 14 de septiembre de 2019

Nada #2





      A veces simplemente no siento nada. O quizá es la nada la que añoro, la que busco inquieta entre la multitud de cosas que recorren mi cabeza. No estoy segura. ¿De qué podría estar yo segura? Yo, que no encuentro suficiencias en esta vida que me calmen el dolor, que parece que estoy haciendo trampas, que no sé jugar, que no sé si quiero jugar, si conozco o no las instrucciones, si me siento capaz, si ya es demasiado tarde, sí, porque el juego empezó, y yo ni siquiera recuerdo haber comprendido que existe. Yo, que, al fin, parece simplemente que no sé lo que quiero. De qué puedo estar yo segura, entonces; ni siquiera de la forma tan extraña que adopta la nada, si es que efectivamente lo es, si es que no estoy ciega, o loca, o inútilmente insensible. 
 
A menudo no sé qué siento.

En blanco





      A veces todo parece concentrarse en un único segundo, cada palabra, cada temor, cada sonido. Y todo gira y gira, y los pulmones se tornan macizos y pesados, las paredes, mundos solapados, una prisión y mil trincheras; corre la memoria, corre y corre y ya no sé si para no perderse o, sin embargo, para no volver jamás. Abajo, desciendo, pausa y oxígeno, detrás, un paso, en blanco y sonrío.