domingo, 31 de enero de 2021

Flash-backs

      Algunos amaneceres son como los flash-backs de una película, pero no son grises, siguen vivos. Porque la luz penetra incómoda mis persianas y me pregunto dónde estoy. Si toca decidir qué hacer durante las próximas 16 horas, o si toca cole. No sé si pensar en cómo quiero el café o si mami está haciendo el desayuno. Tropiezo entre decidir o esperar que la decisión esté tomada para luchar contra ella. Pensar en la infancia me invade de un estupor horrible y de un alivio surrealista al saberlo imposible. La leche siempre tenía nata y quería planear mi vida cuando ni siquiera tenía realmente tal cosa ¿Acaso hay algo peor?

 

     Y sin embargo, a veces no soy capaz de averiguar cuál soy al despertar. Una ansiedad surrealista me hacía agonizar cuando madrugaba para buscar crema de chocolate en la despensa y siempre se me caía el tarro de cristal. El sonido agudo del cristal estallando se repetía una y otra vez, y me quedaba paralizada mirando las baldosas blancas con las manchas del crimen. Lo siento, le decía a mi madre entre lágrimas con el rostro enrojecido.  Saberse infinita e inevitablemente lejos de esos momentos es como saberse muerta, porque no, no estoy ahí, y jamás volveré a estarlo.  Pero estoy viva ¿No?

 

     Otros días, me encerraba tras discutir y escribía cartas secretas dirigidas a nadie o a mí misma proclamando que me quería morir. Y escondía las cartas donde nadie pudiera leerlas. Los sentimientos son secretos y cualquier idea inadecuada sería origen de un castigo, el fin. Pero ahora soy otra cosa ¿No es cierto? Y no temo a nada, no temo expresarme y no deseo cosas feas ni siquiera en momentos de dolor ¿No? Hay más distancia entre mis pies helados y mi corazón, y no lloro porque entiendo que todo tiene un fin y todas las ilusiones pueden romperse en trizas en cualquier momento ¿Acaso hay algo mejor?

 

     A lo mejor ya he aprendido a asentir con resignación ante cualquier suceso y me paso semanas sin sentir nada. O quizá lo finjo. O quizá no hay tanta diferencia. Pero a lo mejor también lloro desconsolada porque un tarro de dulces se me caiga. Y quizá no es esa la causa, sino la representación genuina de todo lo que duele en la vida. Y sí, algunos despertares son como los flash-backs de las películas, pero no, no son grises.

miércoles, 27 de enero de 2021

Leuksna

 

    A veces todo es tan terriblemente difícil que La Luna, ese foco acosador con cita mensual para la eternidad humana, se convierte en nostalgia.

    Ilusión fantasmal de perfecta simetría en un fondo intocable y cambiante. Un faro meditabundo en un horizonte inabarcable de navegantes sin navío. Un imán para las almas líquidas. Ahora hogar deseado, ahora también trampa mortal. Medallón hipnótico con millones de ondas expansivas llenándolo todo de una luz prestada. Manzana desangrada de sabor cenizo. Certeza gélida en busca de vida. Qué puedes querer de este mundo oscuro si no es realzar tu falso poder, ego sostenido en leyendas terrestres. Qué puedes querer de mí, si la luz que escondo es tan mía como lo es la tuya de ti, y lo único que soy es agua y sal.  

   A veces todo es tan terriblemente difícil que La Luna, avariciosa reina inclemente del mayor de los juegos, se convierte en nostalgia.

lunes, 18 de enero de 2021

?

 

Y ahora, ahora que no estoy tan quieta aún cuando sigo siendo agua ¿No me ves? Porque estoy aquí. Y ahora, ahora que pienso más que escribo, que me desbordo más escondida y menos frente a ti, que disfrazo mis sueños contigo; ahora que no te veo desde una silla y sin embargo, te sigo viendo a través de mi alma ¿No me quieres? Porque yo a ti sí. Y ahora, individuo, o alma, o cosa, o ser, o energía, tú, en fin, tú, proyectado o reconocido ¿No me sientes?

Poco a poco

 

         Nuestros sueños no nos conocen tan bien, si lo hicieran me vería caer poco a poco. En medio de un inmenso paraje verde vería un cubo de madera o quizá un barril medieval. Me acercaría para mantenerlo lleno, para que nunca estuviese vacío; pediría disculpas cuando lo dejara por menos de la mitad, y lloraría, sí, lloraría a escondidas. Lo haría por no comprender qué pasa conmigo. Lloraría por no entender por qué no me basta observarles felices mientras contemplan el cubo lleno. Los sueños no nos conocen tan bien, si lo hicieran me vería, también, sonriente y satisfecha al ver a los demás beber del cubo; me vería ofrecerlo y contemplar cómo lo vacían. Me vería feliz porque la vida me permite hacer más fuerte a los demás. Me vería extrañar las aguas que nunca vi más allá del bosque, y me vería, también, llorar al entender mi papel: mantener el cubo lleno. Los sueños no nos conocen tan bien, si lo hicieran me vería abrirme las venas con una sonrisa en la mirada y miles de lágrimas en el alma; y volcar mi sangre en un cubo de madera o quizá un barril medieval.