domingo, 6 de junio de 2021

Secretos

 
          El hambre es un concepto extraño. Nos enseñan que se trata de una necesidad del cuerpo y que tenemos que hacerlo cinco veces al día. Pero hay un hambre más profunda de la que nunca nos hablan. Me topo con él a todas horas, y no sé si mirarle a los ojos para atravesarle y conocerle o si bajar la mirada y huir como se hace con quienes tememos. El hambre es una idea confusa. Tiene una presencia tan abrumadora y dispar que unas veces me deshago en llantos y otras me elevo hasta la locura. No sé si llevarme algo a los labios o si beberme la sal para calmar el tamaño de lo que me invade. Puede ser el océano para alguien que se ahoga o la mar para alguien que busca algo. O, incluso, como la luz prometida al final del túnel, que se transforma entonces en un medio y no tanto en un fin. Toda la fuerza del agua o todo el veneno de la tierra, toda la luz de un faro o la oscuridad en el horizonte. Y me faltan aletas y me sobra el plomo. Me falta hablar su idioma y me sobra el mío.Qué es el hambre sino una burla o una bendición, un obstáculo o un aliento, un grito agudo o una simple molestia más. Qué es, le grito, sino un tirano que guarda secretos.

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